"Blue Valentine" narra la relación de los personajes que interpretan con acierto y profundidad Michelle Williams y Ryan Gosling (soy fan de este hombre desde su papel en Drive). Partiendo del presente y a través de flashbacks, la película reconstruye su historia: cómo se conocieron, cómo surgió el amor y como éste entró en crisis. Y es una pena, la verdad; es una pena porque eran amigos, amantes, compañeros, padres. Y, de repente, un mal día, sin saber porqué, empezaron a verse y a sentirse como extraños. Como si ese pasado de amor y felicidad no hubiera existido nunca.
"Blue Valentine" es una historia de ficción pero no tanto, porque el amor y el desamor nos acompañan a diario en nuestra vida cotidiana. Quién no conoce a parejas de esas perfectas, maravillosas y estupendas que han roto ante la sorpresa e incredulidad de familiares o amigos. Lo que ocurre en una relación es cosa de dos, y las razones del éxito o del fracaso a menudo se quedan ahí, y son una incógnita para todos los demás.
A Dean y Cindy les iba bien en la película, parecían felices, pero algo cambió. Quizá vivamos demasiado rápido, demasiado deprisa, siempre sin tiempo para nada, agobiados, cabreados. O quizá, como dice mi madre, no aguantamos nada y saltamos a la mínima. O quizá ninguna situación nos parece lo suficientemente perfecta e idílica. O es que esperamos a los príncipes y princesas de los cuentos de Disney con los que hemos crecido. O se acaba, y punto. No lo sé.
Porque la realidad es que el día a día pesa, y es duro. La vida nos coloca continuamente ante retos y dificultades que ponen a prueba al más sólido de los amores: el trabajo o el no-trabajo, la casa, los hijos, las facturas... la rutina, la costumbre, lo cotidiano. Hay amores que están por encima de todo y de todos, y hay otros que se fracturan sin remedio.
Qué lástima. Aunque a veces duela (y mucho), el amor de verdad te hace fuerte y poderoso, te hace sentir que puedes con todo. Pero, si se rompe, deja de tener sentido.
Hay historias que te hacen creer en el amor y que por eso, precisamente, no deberían terminar nunca.
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