martes, 16 de julio de 2013

Cuando el amor (también) entra en crisis

Me vais a permitir que me ponga un poco sentimental. Hace unas semanas vi una película de esas que te remueven algo por dentro. Una historia de amor y desamor, o de enamoramiento y crisis, que te lleva a pensar si realmente algo es para siempre. Si incluso esas historias que parecen perfectas, de dos personas a simple vista nacidas la una para la otra, pueden tener fecha de caducidad.

"Blue Valentine" narra la relación de los personajes que interpretan con acierto y profundidad Michelle Williams y Ryan Gosling (soy fan de este hombre desde su papel en Drive). Partiendo del presente y a través de flashbacks, la película reconstruye su historia: cómo se conocieron, cómo surgió el amor y como éste entró en crisis. Y es una pena, la verdad; es una pena porque eran amigos, amantes, compañeros, padres. Y, de repente, un mal día, sin saber porqué, empezaron a verse y a sentirse como extraños. Como si ese pasado de amor y felicidad no hubiera existido nunca.


"Blue Valentine" es una historia de ficción pero no tanto, porque el amor y el desamor nos acompañan a diario en nuestra vida cotidiana. Quién no conoce a parejas de esas perfectas, maravillosas y estupendas que han roto ante la sorpresa e incredulidad de familiares o amigos. Lo que ocurre en una relación es cosa de dos, y las razones del éxito o del fracaso a menudo se quedan ahí, y son una incógnita para todos los demás.

A Dean y Cindy les iba bien en la película, parecían felices, pero algo cambió. Quizá vivamos demasiado rápido, demasiado deprisa, siempre sin tiempo para nada, agobiados, cabreados. O quizá, como dice mi madre, no aguantamos nada y saltamos a la mínima. O quizá ninguna situación nos parece lo suficientemente perfecta e idílica. O es que esperamos a los príncipes y princesas de los cuentos de Disney con los que hemos crecido. O se acaba, y punto. No lo sé. 

Porque la realidad es que el día a día pesa, y es duro. La vida nos coloca continuamente ante retos y dificultades que ponen a prueba al más sólido de los amores: el trabajo o el no-trabajo, la casa, los hijos, las facturas... la rutina, la costumbre, lo cotidiano. Hay amores que están por encima de todo y de todos, y hay otros que se fracturan sin remedio.

Qué lástima. Aunque a veces duela (y mucho), el amor de verdad te hace fuerte y poderoso, te hace sentir que puedes con todo. Pero, si se rompe, deja de tener sentido.

Hay historias que te hacen creer en el amor y que por eso, precisamente, no deberían terminar nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario