Hay una película que gira en torno a este supuesto y que sí me llegó a conmover: "Olvídate de mí". Joel (Jim Carrey en un papel mucho menos histriónico de lo que nos tiene acostumbrados) decide ponerse en tratamiento para borrar los recuerdos de su ex novia, Clementine (Kate Winslet), cuando descubre que ella ya lo ha hecho. Pero, en un momento de lucidez, consciente de lo triste que puede resultar eliminar capítulos de una vida, trata de parar el proceso.
Probablemente muchos diréis que esto es un desvarío más, pero venga, pensad un poco, ¿qué recuerdo de vuestra vida desearíais borrar para siempre? Porque no me negaréis que esto es tentador. Las dos películas abordan la posibilidad de eliminar sin remedio relaciones de pareja de esas que te dejan un dolor punzante en el pecho. Historias que no acaban bien y nos marcan para siempre. ¿Quién no ha vivido alguna de ellas con mayor o menor intensidad?
Pero no hace falta que pensemos sólo en el amor. Abramos el abanico y vayamos más allá. Una pérdida, una enfermedad, una depresión, una etapa de tristeza... la vida está llena de momentos complicados, de situaciones de esas en las que uno piensa "¿por qué me está pasando esto a mí?". Pues bien, ¿qué haríais si pudierais "resetear" y borrar esos malos pensamientos para siempre?
Lo pienso y creo que resulta tentador. Tentador y peligroso al mismo tiempo. Porque, eliminando historias, también acabaríamos con muchos buenos recuerdos, con muchos buenos momentos, sentimientos, sensaciones, experiencias, asociados a dichos recuerdos.
Joel se da cuenta del alcance de lo que está haciendo cuando ve cómo los recuerdos maravillosos de su relación con Clementine desaparecen para siempre. Y sólo queda la nada. El vacío. Meses de felicidad eliminados para siempre. No hay recuerdos, no hay sufrimiento, pero tampoco están los buenos momentos.
Lo que está claro es que la vida se construye a base de recuerdos y experiencias vividas. Son esos recuerdos los que dan sentido a nuestro pasado, los que construyen el presente y condicionan, a menudo, nuestro futuro. Cada cosa que hacemos en la vida nos ayuda a aprender y a crecer, a madurar. Los sufrimientos nos hacen más fuertes frente al dolor.
Y, por más que deseemos eliminar todo lo malo, no nos queda más remedio que asumir que lo malo (sea lo que sea) también forma de nuestra existencia.

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