martes, 15 de octubre de 2013

My teacher is rich

Ayer empecé la semana con un buen madrugón. Uno de esos que te dejan el cuerpo medio triste para el resto del día. Y lo peor de todo es que no sirvió para nada. Me explico. Este año he tenido mi pelea particular con la Escuela Oficial de Idiomas para hacerme con una de sus codiciadas plazas de inglés. Y ayer tocaba nuevo intento: madrugar, coger número, y rezar para que quedara alguna vacante que llevara mi nombre. Pero no hubo suerte. Al menos, no por ahora. Así que seguiré entregada a mi curso del Servicio Navarro de Empleo. Algo es algo, menos da un piedra.

Mi lucha con el inglés se remonta al origen de los tiempos. No ha sido la mía la generación del bilingüismo, todo hay que decirlo. Yo empecé a estudiar en el colegio en clases puramente gramaticales, dos horas por semana. Me harté del estilo indirecto, los verbos irregulares, las preposiciones y todo lo demás. Nunca en mi vida escolar recibí una clase íntegramente en inglés. Así que es normal que la teoría la supiéramos pero la práctica nos diera pavor. Porque desde luego a mí jamás me enseñaron a tener una conversación ni a manejar recursos con cierta soltura.
Digo esto porque todavía colea el famoso "relaxing café con leche in Plaza Mayor". Vergüenza es poco. Menudo ejemplo dimos al mundo. Que digo yo que, si ostentas un cargo de representación pública, lo mínimo que se espera de ti es que tengas ciertas habilidades, ciertos conocimientos, ciertas destrezas... No sé, algo. Aunque también es verdad que si Ana Botella ha aprendido de su señor esposo, lo tenemos crudo. Supongo que aún estarán "trabajando en ello".

Aún así, y sin que sirva de justificación (eso por supuesto), hay que reconocer que el sistema educativo español no ha favorecido -al menos hasta hace unos años- ni el bilingüismo ni el manejo de otros idiomas. 

Todavía recuerdo a mi profesora de inglés del instituto, tan maja ella, tan entrañable, pero con una pronunciación que nada tenía que envidiar a la de la mismísima Ana Botella. Su única preocupación era que no usáramos demasiado tippex en los ejercicios porque -y cito palabras textuales- luego "le pesaban demasiado los exámenes" con las capas y capas de corrector que empleábamos. En fin. Sin comentarios.

En la universidad la cosa no mejoró. El inglés sólo lo veías de perfil si lo elegías como asignatura optativa, o de libre elección, algún semestre, pero tampoco era nada del otro mundo. Vamos, nada que luego te fuera a solucionar la vida laboral. Así que te tenías que buscar la vida por tu cuenta. Si tenías suerte, en la Escuela Oficial de Idiomas. Si tenías dinero, en una academia privada.

La cosa es que una terminaba la carrera tan contenta con su título bajo el brazo y con un inglés macarrónico que dejaba mucho que desear. En mi caso, como además apenas me ha hecho falta en mi trabajo, pues siempre estaba ahí, en el limbo, como la gran asignatura pendiente por mejorar y perfeccionar.
Sobra decir que estamos a la cola de Europa. Que en muchos otros países el inglés es tan importante como el idioma oficial. Los niños lo aprenden desde pequeños e incluso pueden practicar viendo la televisión. Porque fuera de nuestras fronteras sí que están extendidos los programas, cines, series... en versión original. Y es una gozada. Yo todavía no he conseguido despegarme de los subtítulos en castellano, pero es verdad que -a fuerza de ver series y películas en inglés- el oído se te hace al idioma, y enriqueces pronunciación y vocabulario.

En fin, que mi post de hoy es más terapéutico que otra cosa. Para desengrasar un poco de temas profundos. Así, de paso, comparto mi frustración, porque seguro que más de uno me entendéis perfectamente. 

Que conste que no tiro la toalla. Sigo trabajando día a día para superar el miedo, el bloqueo, las dudas. Yo creo que como siempre nos hemos sabido peores que otros en esto del manejo de idiomas, hemos terminado por creérnoslo. Y si encima uno ve nuestra representación ante el mundo, pues sí, como que se te cae el alma a los pies. Como diría mi madre.

1 comentario:

  1. Pues sí. Toda la razón. Envidio tanto a las nuevas generaciones... Dan Conocimiento del medio en inglés! Pero bueno, como dices, todo gracias a las series. Cuando estuve en Manchester este verano me plantaron en un C1 y sentí pavor. A mí, que llevaba desde 2005 sin estudiar. Pero me las arreglé aunque en acento y fluidez fatal. Eso sí, un hacha del vocabulario jaja.

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