martes, 7 de enero de 2014

¿Cuál es el vuestro?

La llegada del nuevo año y el final de las Navidades suelen venir cargados de buenos propósitos. De toda clase y condición. Los más comunes, los del tipo "voy a ir al gimnasio", "voy a bajar de peso", "voy a dejar de fumar", "voy a superar mi afición a las patatas fritas" (éste va por mí) o "voy a sacar más tiempo para mi familia y mis amigos". La realidad -tan cruda ella- suele hacer que un alto porcentaje de esos compromisos que nos hacemos a nosotros mismos desde la emoción y el entusiasmo se queden por el camino. Así que a la lista habría que añadir otro deseo: "voy a tener más fuerza de voluntad".

Yo no soy muy de celebrar esto de la llegada del año nuevo como una oportunidad para enmendar errores pasados y convertirnos en personas mejores y más estupendas. Reconozco que tengo cierta tendencia a la nostalgia que me lleva a mirar más hacia atrás que hacia delante. Tiendo a recrearme en los buenos -y malos- momentos del pasado y no acostumbro a prometerme a mí misma grandes cosas que sé, de antemano, que no voy a cumplir.


Pero 2013 no ha sido un año fácil. Han sido meses de dudas, de incertidumbres,de frustraciones y de aprender a gestionar sensaciones y miedos que sí, seguro que me han hecho más fuerte, pero también me las han hecho pasar canutas, que diría mi madre.

Así que no está de más arrancar 2014 con algún buen propósito, por pequeño que sea. El primero es de esos que cuesta horrores cumplir. Porque yo también me he pasado con lo dulce y lo salado, con el roscón de nata, el cordero, las gambas, el jamón y el paté. Así que no me vendría mal ponerme manos a la obra y darle un alegrón a mi báscula, a la que tan poco visito para evitarme un disgusto. Mis pantalones y camisetas me agradecerían que bajara un poco de peso y que recuperara el buen hábito de dar largos paseos y mover un poco el culo.

Será difícil, lo sé. Aunque probablemente será más complicado aún cumplir mi otro gran propósito: aprender a vivir el momento, a ser más calmada, a ahuyentar los miedos y agobios que sobrevuelan el día a día y que, a veces, frenan y paralizan. Aprender a disfrutar el hoy, a gestionar mejor los problemas, a buscar soluciones diferentes e imaginativas, a estar cerca de las personas a las que quiero con locura, a decírselo, a ser más feliz.


Que 2014 nos traiga un poco de todo eso. Y, sobre todo, que nos haga recuperar esa esperanza que hemos ido dejando por el camino a base de malas noticias y peores perspectivas. Esperar y confiar en que todo irá a mejor nos ayudará, seguro, a que así sea. Y trabajar, por supuesto, esforzarnos por cambiar cada día lo que no nos gusta y por rozar con los dedos, y llegar a tocar, todo aquello que nos haga realmente felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario