martes, 10 de septiembre de 2013

Conservar la ilusión sí tiene sentido

A mí la presentación de Madrid ante el Comité Olímpico me pilló en el coche. Volviendo de pasar el día en Logroño. Íbamos escuchando la radio y guardamos silencio ante los discursos de los miembros de la delegación. Obviando muchas cuestiones que podríamos comentar largo y tendido (desde el manejo del inglés hasta el nivel de los políticos madrileños), tengo que confesar que me entró la ilusión. Me gusta el deporte, me encantan los Juegos Olímpicos, pero este año bastante tenía yo con mis cosas como para pensar en si la candidatura española era o no la mejor. Sin embargo, en esos momentos en el coche, me vi en Madrid, con mis 40 años recién cumplidos (qué mal suena eso!), disfrutando de una oportunidad histórica: la posibilidad de vivir en persona esas Olimpiadas que cada cuatro años sigo con auténtica devoción a través de la tele.

El entusiasmo me duró poco, claro. Porque, tres horas después, asistíamos ojipláticos a la eliminación de Madrid en la primera ronda. Toma jarro de agua. Toma decepción y mala leche. 


En fin, que igual resulta que la elección fue justa. Que es verdad que la imagen que está dando el país en los últimos años no está siendo la mejor. Paro, crisis, corrupción, dopaje. Problemas de fondo que, desde luego, no se borran en un abrir y cerrar de ojos. Pero, teniendo en cuenta que el 80% de las infraestructuras estaban listas, pues hombre, igual merecía la pena un último esfuerzo por lo mucho que se podía obtener a cambio. En imagen, en marketing, en turismo, en economía.

Y, sobre todo, en ilusión. Porque la realidad es que en estos momentos no nos hubiera venido nada mal algo que nos diera un poco de vidilla. Que nos hiciera pensar que podemos, que somos capaces de hacer algo grande y de hacerlo bien. Una motivación para afrontar el futuro -todavía oscuro y plagado de incertidumbres- con ilusiones renovadas. Que falta hace.

La eliminación de Madrid me da pena egoístamente, porque por ahora me quedo sin unos Juegos Olímpicos cerca de casa. Pero también lo siento especialmente por muchos deportistas que lo están pasando mal, que ven peligrar las ayudas que reciben -ya de por sí escasas en los tiempos que corren-, y que pueden acabar tirando la toalla. Lo siento por los deportes y deportistas menos conocidos, que a menudo pierden dinero financiándose sus propios viajes a las competiciones, entrenando en condiciones difíciles. Y que, aún así, nos dan grandes alegrías y pelean siempre hasta el final con la cabeza bien alta.


Lo decían en este vídeo de la presentación española. Lo importante de caer es volver a levantarse. Saber que nada es imposible. Recomponerse. Mirar hacia delante. Muy propio del deporte. Muy válido para el momento actual de un país que afronta su enésima desilusión.

PD. Más vale que siempre hay gente capaz de ilusionarnos. Que renace una y otra vez, cual Ave Fénix. Aunque algunos le dieron por acabado. Ole ese Rafa Nadal!!! Alfombra roja al campeón que recupera su trono en la ATP.

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